En la etapa forrajera (cazadores-recolectores) del ser humano y en los primeros 4.000 años de la agricultura, la especie humana tuvo mayoritariamente una IDENTIDAD RELACIONAL, no había propiedad privada y las decisiones y consecuencias se asumían de forma comunitaria.
Esta identidad había predominado en un momento histórico en el que la sociedades tenían poca capacidad de control sobre su entorno y la seguridad la otorgaba el colectivo. Sin embargo, desde la aparición de la agricultura se había ido generando una serie de circunstancias que posibilitaron la eclosión de una identidad individual en los hombres, que sería la base de RELACIONES DE DOMINACIÓN posteriores.
Por una parte aumentó el COMERCIO, y con ello la movilidad masculina. Los hombres, en general, asumían tareas que implicaban más movilidad y riesgo. Cuanto mayor es la movilidad de una persona más se expande su universo y más capacidad de decisión tienen que desarrollar para adaptarse a él. Estos factores fueron generando en algunos hombres una sensación de MENOR DEPENDENCIA DEL COLECTIVO. Además, a medida que la sociedad de fue haciendo más compleja, con mayor especialización, más hombres fueron teniendo trabajos más específicos, que les proporcionaron mayor sensación de control. Y a esto se unió el distanciamiento con la Naturaleza. Así, algunos hombres fueron desarrollando una IDENTIDAD INDIVIDUAL en el plano consciente. Esta identidad fue sustituyendo a la relacional, pasando de EGOS INTERDEPENDIENTES a EGOS INDEPENDIENTES. Probablemente fue un proceso inconsciente y no planeado, desarrollado de forma gradual y no perceptible.
COMO CONSECUENCIA SURGE LA DOMINACIÓN
Concebir una mayor individualidad implica poder entender al resto como POTENCIALES ENEMIGOS/AS, pues al igual que una persona sabe que guarda para sí emociones y estrategias, también concibe que otras lo hagan.
Para construir una relación de dominación, hace falta una DISTANCIA EMOCIONAL RESPECTO A LO DOMINADO, una disminución de la compasión. El control sobre el resto también requiere saber cuáles son los deseos y necesidades propias y situarlas por encima. Una MENOR CONEXIÓN CON LA NATURALEZA TAMBIÉN AUMENTA LA SENSACIÓN DE INSEGURIDAD, a lo que se puede responder mediante su CONTROL. Así el poder sobre la Naturaleza fue asociado al poder sobre las personas desde el principio y probablemente la concepción de uno realimentó al otro.
La individualización no sólo fue consecuencia de la necesidad de tener que tomar más decisiones, sino que incrementó esa capacidad:
- Permitió una concepción LINEAL del tiempo, lo que facilitó prever acontecimientos y aprender del pasado.
- Posibilitó tener una visión de la realidad METAFÓRICA y no metonímica (pasar, al menos en parte, del mito a la razón).
- Se empezó a valorar más el CAMBIO y no la repetición (algo característico de las identidades relacionales)
- La RAZÓN fue una necesidad para la tranquilidad emocional, pues la seguridad fue dejando de depender de una instancia superior y requirió ampliar y perfeccionar constantemente los modelos de representación del mundo.
Extracto de En la Espiral de la Energía (Tomo I). Ramón Fernandez Durán y Luis Gonzalez Reyes. Ed. Libros en Acción.
REFLEXIÓN
Quizá para resolver el problema eco-social debemos replantearnos una VUELTA A LO COLECTIVO, a esa identidad relacional que nos lleva a a rebajar nuestra necesidad de control y dominación sobre las personas y la Naturaleza. Volviendo a conectarnos con el tiempo cíclico, a ganar seguridad emocional a través del ritual (entendido como acciones repetitivas que nos ayudan a situarnos en el espacio-tiempo y nos aportan identidad de grupo).
Quizá sólo tenemos que dar un «paso atrás» para coger impulso y empezar a orquestar un nuevo cambio civilizatorio que nos permita EQUILIBRARNOS con el planeta que habitamos.
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